-¿En qué puedo servirle señor?
- Quisiera pasar, me he dejado la guitarra dentro.
Me quede mirando al extraño con gran expectación, vestía una chupa de cuero, unas botas de metal, y del cuello le colgaba una púa de metal, lo cual no le distinguía mucho de los clientes habituales, aunque, lo único que le diferenciaba, era el simple hecho de ser el novio de mi hermana, así que sin vacilar, le dejé pasar. Vi como recogía la guitarra con alta maestría, y la metía dentro de su gran funda, en la cual podía distinguir la marca Fender.
Aquel sueco de largas patillas, me daba buenas sensaciones, estaba ante un hombre de bien. Pero, algo no iba correctamente, tenía una mala corazonada. Se paró, y saco una pistola de la funda de la guitarra, con la cual apuntó a mi pecho, pero, era un hombre de temple, así que no mostré ni un atisbo de nerviosismo, supuse que en mi cara solo se podía ver serenidad.
- Dudo tanto como tú que esto sea una buena idea, pero, lo siento, tengo que hacerlo, aunque no lo entiendas, claro está.
- Tranquilo, tomo en consideración tú gran preocupación hacia mi persona
- ¿ Al borde de la muerte, sin una pizca de temor, y aun con un toque humorístico? Empiezo a pensar que no debería matarte, que pena que no se pueda cambiar.
- ¡Ja! Tiene gracia, un asesino sintiendo remordimientos.
- No son remordimientos, adiós, viejo amigo.
Un disparo se escuchó, la pared se mancho de sangre, y yo empece a notar un sabor ha metal, y observe el gran agujero que se formo en mi pecho. La ultima imagen fue la del Sueco guardando su pistola, y saliendo corriendo, dejando mi cadáver inerte tras de si.
Mucho mejor sin faltas. Una gran historia Fernando.
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